Buenos Aires. A una semana de las elecciones en la provincia de Buenos Aires, Fuerza Patria encara el cierre de campaña con un delicado equilibrio entre el optimismo moderado y la cautela. El caso Spagnuolo y las tensiones internas exponen la fragilidad de la unidad justicialista, mientras Axel Kicillof se juega su liderazgo político en un escenario marcado por el desgaste de la gestión nacional.
La apuesta en la Tercera Sección
El PJ bonaerense concentra sus mayores esperanzas en la Tercera Sección electoral, donde distritos como La Matanza, Quilmes, Avellaneda y Lomas de Zamora pueden darle la ventaja necesaria. Intendentes de peso como Fernando Espinoza, Mayra Mendoza y Jorge Ferraresi encabezan boletas testimoniales con el objetivo de blindar el voto peronista y mostrar músculo en el conurbano.
La estrategia se sustenta en una diferencia estimada de entre 12 y 14 puntos sobre La Libertad Avanza, ventaja que serviría para compensar derrotas en el interior y en la ajustada Primera Sección. Allí, las encuestas marcan una paridad con el libertario Diego Valenzuela.
Candidaturas testimoniales y polémica
El recurso de presentar dirigentes que no asumirán sus bancas generó polémica, aunque el peronismo lo defiende como una forma de fortalecer la identidad del proyecto. La oposición cuestiona la maniobra, pero la agenda nacional atenúa el impacto del debate.
El caso Spagnuolo y su impacto electoral
En el tramo final, el escándalo que involucra a Diego Spagnuolo y presuntas irregularidades en la Agencia Nacional de Discapacidad irrumpió en la campaña. Aunque el peronismo cree que el malestar ciudadano podría afectar más al oficialismo nacional que a ellos, la incertidumbre se mantiene hasta el recuento del próximo domingo.
Kicillof entre la interna y la campaña austera
El gobernador evitó grandes actos y optó por recorridas locales. La interna con La Cámpora volvió a quedar en evidencia tras críticas de Máximo Kirchner en Quilmes, lo que tensó la tregua tejida a lo largo de la campaña. Aun así, hubo gestos de acercamiento con referentes del cristinismo en actividades puntuales.
Lo que está en juego
Para Kicillof, la elección del 7 de septiembre definirá no solo la continuidad de su influencia dentro del PJ bonaerense sino también su proyección nacional hacia 2026. Una victoria sólida reforzaría la tregua interna y consolidaría el esquema polarizado frente al gobierno de Javier Milei. Una derrota, en cambio, destaparía viejas fracturas y cuestionaría la estrategia adoptada por Fuerza Patria.
El resultado será leído como una antesala de lo que pueda suceder en octubre. Para el peronismo bonaerense, ganar ahora es la única forma de llegar con chances reales a la gran batalla nacional.